camino

Dicen que los comienzos son para los jóvenes, pero yo creo que los verdaderos inicios llegan cuando ya hemos vivido lo suficiente como para entender lo que realmente importa. A los setenta, el tiempo ya no se mide en prisa, sino en profundidad. Cada día puede ser una puerta abierta: a un sueño postergado, a una nueva pasión, a un reencuentro con uno mismo.

La vida después de los setenta no es un epílogo, es un nuevo capítulo escrito con la tinta de la experiencia. Es el momento de hacer sin miedo, de vestir lo que te gusta, de decir lo que sientes, de bailar aunque no haya música.
Porque nunca es tarde para descubrir que la libertad más hermosa es ser exactamente quien eres.